La huella que dejamos (y la que podríamos dejar)

Envolvente

El estudio de Ecómetro se encuentra ubicado en una tranquila calle de Madrid, más concretamente en el edificio Triple, un lugar de encuentro para empresas con impacto positivo y abierto a la transformación de quienes se inician en la sostenibilidad. Ahí nos recibió Pablo Rodríguez, director técnico de Ecómetro, con esa mezcla entre rigor científico y socarronería castellana que uno sólo consigue después de muchos años midiendo cosas que otros prefieren ignorar: la huella de carbono de nuestros edificios.

La excusa era buena: analizar en profundidad el impacto ambiental del proyecto YZ HUB. La realidad, aún mejor: salir con la cabeza llena de datos y algunas certezas incómodas.

El futuro es obligatorio.

A partir de 2026, todos los proyectos deberán justificar su huella de carbono. No es una opción, no es una recomendación, no es “a ver si lo tienes en cuenta”. Es ley. Y es razonable: si queremos vivir en edificios más responsables, primero habrá que medir qué hacen al planeta (además de darnos sombra y cobijo).

Ecómetro lleva desde 2012 preparándose para este momento. Han desarrollado software, metodologías y sobre todo, mucha formación para promotoras, estudios, constructoras y técnicos de todo tipo. Y no le falta razón.

“Esto no va de ser verdes. Va de saber lo que estás haciendo”

YZ HUB: por debajo de la media (en el buen sentido).

El análisis de nuestro proyecto revela algo esperanzador: los valores de huella de carbono están por debajo de la media nacional, según el estudio en el que Ecómetro ha trabajado junto con la Universidad de Sevilla.

¿Es un edificio de emisiones excesivamente bajas? No.
¿Es un paso en la dirección correcta? Claramente sí.
¿Hay margen de mejora? Bastante.

Aquí es donde empieza lo divertido, y el aprendizaje de verdad.

Tres aspectos que debemos mejorar.

Energía: la gran palanca.
El 43% del impacto total del edificio viene del consumo energético durante su vida útil. Sí, ese porcentaje que depende de cómo usamos y climatizamos el edificio. Y aquí viene el dato bomba: si contratásemos energía 100% renovable, el impacto se reduciría al 14%. Es decir, una caída del 75% con una decisión que no requiere reformar ni reprogramar nada. Solo decidir mejor.
(¿Conclusión? Que a veces ser sostenible es tan simple como leer bien las tarifas.)

Materiales: los muros que nos pesan.
Los paneles de Evowall Technology son los protagonistas en términos de impacto. Material pesado, hormigón con acero corrugado, fabricado lejos. Representan el 35% del impacto de la fase de fabricación. Pero, ojo: su potencial de mejora es enorme. Al estar prefabricados en fábrica, es viable elegir proveedores con declaraciones ambientales de producto más exigentes. Incluso se podrían conseguir reducciones de entre un 30% y un 50%, si se opta por cementos y aceros de nueva generación.

Transporte: el elefante que no era tan grande.
Hay un prejuicio muy instalado contra la industrialización: “sí, fabricas en nave, pero luego lo traes en camión desde Cuenca o peor, y contaminas más”. Pues no.
Los muros prefabricados suponen el 21% del 7% del impacto total del edificio. Traducido: poco. Muy poco, así que el transporte ya no vale como excusa. Lo importante es considerar el conjunto: fabricar en entorno controlado permite mayor trazabilidad, reducción de errores, mejor calidad y selección responsable de materias primas.

Cimientos y estructura: foco de impacto.

En la fase de fabricación (A1–A3), el mayor impacto se concentra en la cimentación (por el uso intensivo de hormigón y acero corrugado) y en la estructura, especialmente los paneles pesados. Aquí hay también un gran margen de mejora si optamos por soluciones constructivas más ligeras, materiales con menor carga energética y optimización estructural desde fase de proyecto.

La experiencia con YZ HUB confirma que la reducción del impacto ambiental de un edificio no depende solo del diseño inicial, sino de todo el ecosistema de decisiones: cómo se fabrica, qué se contrata, qué energía se consume y qué materiales se eligen. Apostar por la industrialización no implica renunciar a la sostenibilidad. Todo lo contrario: es una oportunidad para sistematizar buenas prácticas, optimizar procesos y reducir impactos desde el diseño.

Industrializar no es el problema.
Transportar no es el problema.
El problema es seguir construyendo sin saber qué estamos dejando atrás.

En YZ HUB apostamos por ir afinando cada decisión. No por moda, ni por sellos, sino porque el futuro no se diseña solo.

Y porque construir bien empieza por pensar.

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